Partimos de la premisa que gerenciar no equivale a liderar, que
un gerente no necesariamente es un líder, y que un líder no es necesariamente
un gerente. En el mundo de negocios actuales, donde la mayor constante es el
cambio y donde la complejidad de los problemas es cada día mayor, el rol del
líder toma una relevancia cada vez más importante, ya que sin una visión y
manejo estratégico que guie a la empresa y a los empleados, la salud y
supervivencia de la empresa corre grandes riesgos.
Cuando se habla de liderazgo, normalmente la imagen que surge es
la de un jefe ejerciendo su poder sobre los subordinados, pero el liderazgo va
mucho más allá de la relación jefe-empleado, ya que el poder de influenciar
también se ejerce con pares, con jefes y con clientes. En otras palabras, el
liderazgo es la habilidad de influenciar a otros, a pesar de que no se tenga
una autoridad formal.
A lo largo de mi desarrollo profesional
tuve la oportunidad de ver a muchos equipos de trabajo. Unos caracterizados por
la rivalidad y competitividad de sus miembros, otros donde la grandeza del
objetivo perseguido era tan valorada por sus miembros que a la hora de trabajar
se dejaban de lado fácilmente las diferencias personales. Hay equipos en donde
la falta de cohesión afecta hasta el punto de no permitir que se despierte la
sinergía mínima necesaria para que el equipo funcione.
Para que un equipo de trabajo sea
eficaz, debemos contar con 4 factores fundamentales:
-
OBJETIVOS CLAROS
Antes
de comenzar es importante tener claro a donde se quiere llegar. Visualizar el
potencial, las posibilidades, oportunidades y determinar claramente los
objetivos a alcanzar en términos concretos, realizables y acotados en el
tiempo. Esto también es útil cuando es posible elegir a los miembros del
equipo, ya que de acuerdo a los objetivos será mejor contar con un perfil de
personas u otro.
-
REGLAS DE JUEGO DEFINIDAS
No hay
nada más sano que tener reglas de juego claras. De esta manera todos los
miembros del equipo saben qué esperar y cuando. Este punto también se refiere a
tener delimitadas las responsabilidades. Aunque es bueno apostar a la
responsabilidad compartida, es bueno que ciertos aspectos específicos
correspondan a determinados integrantes.
-
COMUNICACIÓN
Es
algo que cuesta muy poco y puede conseguir mucho. Una comunicación fluida, en
todos los sentidos. Favorecer la comunicación e incluso provocarla. Es un
feedback que favorece a todos los miembros de un equipo (en especial al líder,
que tiene por responsabilidad la gestión del equipo). Procurar el desarrollo de
una comunicación asertiva: sinceridad y autenticidad, sin descuidar el respeto.
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ESPÍRITU DE COLABORACIÓN
Con
los puntos anteriores cubiertos, debería surgir espontáneamente el espíritu de
colaboración y sinergía. Si no se observa esta conducta en el equipo habría que
revisar los anteriores porque seguramente estamos fallando en alguno.
Para alcanzar estos cuatro factores, es
indispensable la presencia de un líder capaz de descubrir los talentos de cada
uno de los miembros del equipo para capitalizarlos y que “el todo sea mas que
la suma de las partes”. El líder debe también inspirar a los suyos para que el
objetivo perseguido sea asumido como propio por cada uno.
El liderazgo no se trata de compartir el poder o la toma de
decisiones estratégicas de forma democrática, sino en inspirar, guiar y ser un
modelo a seguir. No todos los dueños o directores son líderes, y no siempre sus
empleados les obedecen por convicción, sino que lo hacen por necesidad o por
mero tema de autoridad formal. Si los subordinados o pares se ven defraudados
con las habilidades de liderazgo de la persona a la que reportan, el poder que
ésta ejerza se verá diluido y tornado ineficaz, lo que impedirá la
implementación exitosa de cualquier tipo de plan estratégico en la empresa.